Se mueve por el hotel Orfeo de Córdoba como uno más. Se saca fotos con los hinchas, hace chistes, canta canciones de la tribuna y está siempre junto a los jugadores. Pero él no es futbolista. Ya no. Ahora Eduardo Coudet, a los 41 años, es el técnico de Rosario Central, uno de los equipos que, para muchos, desplegó el mejor fútbol durante el año. Y sabe que esta noche, en la final de la Copa Argentina contra Boca, hay que demostrarlo.
El fenómeno que se generó con la vuelta del Chacho Coudet a Central, esta vez como DT, luego de tres períodos como futbolista canalla, se basa en dos pilares fundamentales: la identificación que tienen los hinchas por lo que quiere al club y la forma de jugar que propone su equipo. Central tiene su marca en cada línea. Es un equipo inquieto, desfachatado, que arriesga sin importarle las consecuencias.